Alfonso Romero (1906 – 1965): músico y artesano porteño

febrero 8, 2018

El libro Tango Viajero: orquestas típicas de Valparaíso (1950-1973) llegó a las manos de Miroslav Yurac Romero, nieto del bandoneonista Alfonso Romero quien, emocionado al reconocer a su abuelo en la fotografía de portada, escribió en su blog algunas apreciaciones sobre su hallazgo. Al leer esta nota nos contactamos con él para que nos contara algo más de este músico porteño del cual no teníamos mayor información. Así, nos invitó a su residencia en Santiago, donde nos manifestó su alegría de ver a su abuelo en nuestro libro. Al mismo tiempo, Miroslav nos contactó con Gloria Romero, hija de Alfonso, quien nos ayudó a darle vida a las imágenes que presentamos a continuación, y a recorrer parte de la trayectoria de este bandoneonista porteño en tanto artesano y músico[1].

Alfonso en su casa del Cerro Barón Calle Gonzalo de Berceo N° 168, esta con su bandoneón y al lado del piano que compro para su hija menor Silvia, que lo tocaba muy bien

Alfonso Romero con su bandoneón, en su casa del Cerro Barón en calle Gonzalo de Berceo N° 168, Valparaíso. Al lado izquierdo se ve el piano que compró para su hija menor Silvia. Gentileza:  Miroslav Yurac Romero.

Una de las características de los músicos porteños de la década del cincuenta en Valparaíso es su doble oficio. Tal como se evidencia en el libro Tango viajero, son varios los músicos que se desempeñaron de manera paralela en oficios distintos a la música, como el caso de Víctor Gallardo quien trabajaba como ferroviario; Luis Barrera quien seguía el oficio de relojero; obreros de maestranzas; trabajadores de la que fuera la empresa de Chiletabacos, como Aníbal Sánchez o bien como parte de la Armada Chilena, como el cantor Manuel Fuentealba. Lo  común de todos ellos es que dividieron su tiempo laboral entre dos oficios y que en su trabajo musical estaba estrechamente ligado con el tango, música de moda y muy difundida por la industria cultural de la época.

En este contexto, Alfonso Romero se hizo parte de estos dos mundos. Como artesano en mimbre “aprendió a trabajar este material en forma primorosa, sillones, mesas, lámparas, cunas de bebe, juguetes, carteras, maletas de viaje, maletas para picnic”[2]. Como músico, comenzó su estudio del bandoneón durante su juventud, como intérprete de tango buscando reproducir el estilo de las orquestas trasandinas más populares de la época, siendo una de sus favoritas la de Miguel Caló[3], que visitó la ciudad de Valparaíso y de la cual algunos músicos, como el caso del violinista argentino Antonio Rodio, se quedaron residiendo en la región.

Alfonso Romero nació en el cerro Barón de Valparaíso el 12 de enero de 1906, el mismo año del gran terremoto que sacudiría la ciudad puerto. Hijo de Rosa Cuadra, dedicada al trabajo de crianza de sus hijos que componían el grupo familiar y su padre Aníbal Romero, obrero de la construcción.

Alfonso Romero de pie junto a un amigo de juventud a la edad de 23 años. Valparaíso 1929.

Alfonso Romero de pie junto a un amigo de juventud a la edad de 23 años. Valparaíso 1929. Gentileza: Miroslav Yurac Romero.

Su estudio del bandoneón está antecedido por dos hechos relevantes. El primero corresponde a un cambio de ciudad,  cuando se traslada a Iquique por un periodo de tres años, donde continuó su trabajo en mimbre, estando a cargo de la sucursal nortina de la empresa de su suegro, José Antonio Donoso Droguet. Instalado con su familia en dicha ciudad, Alfonso comenzó a participar en las actividades de la iglesia metodista e integró su grupo musical, aprendiendo a tocar la concertina para acompañar los himnos protestantes. La concertina es un  instrumento musical inventado a mediados de 1800 y que es pariente directo del bandoneón. Esto resulta un hecho interesante, pues el bandoneón proviene de la concertina y surgió como alternativa para enriquecer musicalmente el culto protestante como instrumento portátil que emula el sonido del órgano de la iglesia. Con el tiempo, el uso de este instrumento y gracias a los movimientos migratorios iniciados en el siglo XIX  de europeos hacia Argentina, llega y se adopta  como sonido característico de lo que se conocería después como tango porteño en la ciudad de Buenos Aires. Alfonso Romero, sin calcularlo, transitó por el mismo camino que su instrumento, desde un uso religioso al pagano, inmerso en el mundo de la música popular.

Sobre este periodo de estudio y aprendizaje musical, Gloria Romero nos comentó que:

“Alfonso era una persona muy metódica y constante, le daba gran importancia a la partitura, a pesar de tener un excelente oído. Estudiaba las partituras una y otra vez, durante horas después de su trabajo. Durante este periodo fue autodidacta”[4].

Después de estar por tres años en Iquique, decidió regresar con su esposa e hijos a Valparaíso. Una vez instalados en la ciudad puerto, continuó con su trabajo de artesano en mimbres y adquirió un bandoneón, dedicando tardes completas al estudio sistemático del instrumento y bajo las lecciones de un maestro que vivía en la vecina ciudad de Viña del Mar.

La primera orquesta típica de la cual formó parte fue Los Porteños del Tango, participando en fiestas familiares, en eventos de agrupaciones sociales, gremios y actividades de trabajadores asociadas a sindicatos. También en locales de gran popularidad en Valparaíso de la época como Los Baños del Parque[5], ubicado en el Parque Italia, y en la orquesta del Casino Municipal de Viña del Mar.

Los Porteños del Tango 1950

Los Porteños del Tango (cantante: Manuel Fuentealba, bandoneones: Alfonso Romero y Pedro Quiroz), Valparaíso, 1958.

Alfonso Romero murió en Valparaíso en 1965 a causa de una enfermedad que lo fue alejando paulatinamente de sus actividades. Se presume que la causa de su enfermedad fue debido al uso de barnices y pinturas de la época que contenían componentes nocivos y que eran utilizados frecuentemente en su trabajo como artesano del mimbre.

Su bandoneón dejó de sonar por muchos años y volvió a emitir algunas melodías el día en que nos reunimos con su nieto Miroslav, quien generosamente nos permitió tocar el bandoneón de su abuelo, que estuvo guardado durante décadas sin ser tocado. Este fue el bandoneón que, en los años cincuenta, motivó al músico y artesano Alfonso Romero a participar en la escena musical porteña.

Más fotos de Alfonso Romero en Galería

Escrito por Cristian Molina, Diciembre 2017. 

Memoria Musical de Valparaíso. 


[1]  En el mes de septiembre del 2017, Miroslav que vive en la Isla de Chiloé, viajó a la ciudad de Santiago y amablemente nos invitó a un encuentro en su departamento para compartir algunas apreciaciones del libro, de su vida y la de su abuelo. Tuvimos también la oportunidad de ver y tocar el instrumento que dejó Alfonso Romero, ese mismo instrumento que aparece en las imágenes y que dejo de sonar hace más de 45 años.

[2] Entrevista realizada a Gloria Romero Donoso, hija de Alfonso Romero el 17 de Octubre del 2017 por Cristian Molina.

[3]  La orquesta de Miguel Caló fue una de las más populares de la década del 40. Surgió en 1928 y fue conocida como “la orquesta de las estrellas” por la calidad interpretativa de sus miembros y el nivel que alcanzó como orquesta típica. Para más información se sugiere ver: http://www.todotango.com/historias/cronica/452/Orquesta-Tipica-Miguel-Calo/

[4] Entrevista realizada a Gloria Romero Donoso, hija de Alfonso Romero el 17 de Octubre del 2017, por Cristian Molina.

[5] Actualmente el edificio se mantiene tal cual a la época en que actuaban las orquestas en el segundo piso. Hoy no se realizan actividades de este tipo en el local.